¿Quién dijo miedo? Ir al dentista ya no es lo que era

Artículo perteneciente a la revista “Cuida tus encías” Nº 11 segundo semestre 2016. Más información en:  www.cuidatusencias.es

Publicación divulgativa de:

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¿Quién dijo miedo? Ir al dentista ya no es lo que era

 

Las fobias son un trastorno psicológico con una amplia incidencia mundial: alrededor de uno de cada veinte individuos tienen alguna fobia. Este trastorno se define como un miedo o temor excesivo, incontrolado y desmesurado. Cuando se permanece frente a lo temido, aumenta la ansiedad, y el individuo se siente impotente para controlarlo, a pesar de entender que este pánico es ilógico.

Sin duda, la fobia a acudir al dentista se incluye dentro de los temores más extendidos en el mundo occidental. La odontofobia es un problema real y muy serio, ya que lo sufre hasta un 15% de la población, aunque seguramente es sustancialmente superior el número de usuarios que muestran reticencias a ir a su dentista. Se estima que el miedo al dentista es el tercer motivo por el que los españoles no acuden a la consulta odontológica. Pero ¿está justificada esta reacción de rechazo?

 

¿Cuáles son los motivos?

En la mayoría de los casos, el miedo a acudir al dentista está relacionado con una mala experiencia anterior, pero no siempre es así. En general, a pocas personas les satisface la idea de acudir a cualquier médico. En el caso del odontólogo, se unen además otros condicionantes: ruido de la aparatología dental, mal olor, la temida bata blanca… Pero también en esto subsisten muchos mitos y leyendas.

En ocasiones, se establecen juicios y conclusiones que generan miedos y respuestas incómodas e irracionales. Cuando se está ansioso y angustiado es posible general juicios negativos interpretando las cosas de manera extrema; esta situación tiene un impacto en el bienestar del paciente, de forma que terminará experimentando más dolor, peor salud y calidad de vida.

Hay soluciones

En un estudio llevado a cabo por investigadores británicos del King’s College de Londres (publicado en el British Dental Journal, vol 219, nº 10, noviembre de 2015) se asegura que la terapia cognitivoconductual resulta muy eficaz en el tratamiento de las fobias al dentista.

Esta terapia puede contribuir cambiando la forma de pensar y actuar del usuario, para que se sienta mejor. Ayuda a entender ya que los pensamientos relacionados con el miedo producen trastornos físicos y emocionales.

El objetivo de la terapia cognitivoconductual es que el individuo pueda elaborar sus propias estrategias que le ayuden a afrontar la fobia. Es una terapia científica y, por tanto, rigurosa, y está basada en investigaciones y métodos experimentales.

Es una terapia a corto plazo, que suele durar entre seis y diez sesiones, donde el terapeuta orienta para percibir el origen de la fobia. En el estudio del King’s College, el 93% de los pacientes no necesitaron sedación para recibir el tratamiento dental; según su autor, Tim Newton, “a largo plazo la sedación no resuelve el problema, porque no ayuda a superar el miedo”.

Al servicio de la calidad y la comodidad

Y es que ir al dentista era posiblemente antaño sinónimo de sufrimiento y dolor, pero ahora no. Se dispone de grandes avances en cuanto a técnicas, instrumental y materiales. El avance de la odontología se ha puesto fundamentalmente al servicio de la calidad y la comodidad.

El uso de láseres, materiales piezoeléctricos2, microscopios, lupas… y las novedosas técnicas 3D que se emplean tanto para el diagnóstico como para múltiples tratamientos han supuesto no solo una evolución en los resultados, sino también han minimizado las incomodidades habitualmente asociadas a los procedimientos odontológicos.

Los avances son múltiples y van desde la toma de imágenes como la tomografía computerizada de haz cónico, que permite obtener con una muy escasa dosis de radiación una visión 3D extremadamente precisa de la zona oral y maxilofacial completa, hasta la colocación de implantes dentales, la toma de impresiones y la fabricación de coronas y puentes mediante las tecnologías CAD-CAM.

Incluso, existen en el mercado gafas con tecnología 3D, que se han convertido en una de las aplicaciones más novedosas para reducir la ansiedad en el consultorio dental. Si el paciente se abstrae del ruido y las sensaciones desagradables, disminuye su nivel de angustia y ansiedad. Con este recurso se pueden ver vídeos o películas en 3D, jugar a videojuegos, leer, escuchar música e, incluso, las gafas se pueden conectar al dispositivo móvil del paciente para acceder a sus propios archivos de vídeo o música.

La eSalud y la nanotecnología también te ayudan

Y es que las nuevas tecnologías móviles, situadas en el ámbito de lo que se conoce como salud móvil (Mobile Health) o eSalud también están ayudando a superar el problema de la odontofobia.

Entre otros muchos recursos, hay una aplicación para smartphones que permite al propio paciente realizar su terapia cognitivo-conductual. Y también existen aplicaciones con vídeos, fotos, radiografías para dar soporte a la información sobre los tratamientos.

Por su parte, la nanotecnología está favoreciendo un gran desarrollo de materiales innovadores en odontología, como nanopartículas, nanotubos y nanocompuestos, entre otros. Se pueden aplicar directamente en la clínica y marcan un abanico de posibilidades de un gran valor y trascendencia en los procedimientos odontológicos conservadores, ya que incrementan las propiedades mecánicas, físicas y químicas, en comparación con los materiales convencionales utilizados en la práctica clínica. Incluso, estas nanopartículas aportan nuevas utilidades, con propiedades antidesgaste, antibacterianas y antifúngicas.

Anestesias más cortas

En esta línea de mejora continua y acelerada, destaca la disponibilidad de un producto nuevo en el mercado (OraVerse®) que permite revertir el efecto de la anestesia local, reduciendo el tiempo en que dura el entumecimiento, llevando a los pacientes en pocos minutos a una sensación de normalidad. En los ensayos clínicos, el tiempo medio de recuperación de la sensibilidad normal en el labio superior fue de 50 minutos para los pacientes que recibieron este agente, en comparación con los 133 minutos  de media para el grupo de control; en el labio inferior era de 70 minutos frente a 155 minutos.

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